lunes, 8 de diciembre de 2008

Podemos vivir sin oro, no podemos vivir sin agua. Entiendan por favor.

La sequía, la prodigalidad con la que se dispone de las reservas subterráneas de agua en nuestro valle Copiapó, la soltura e indiferencia con la que la autoridad permite el despilfarro del vital elemento, el uso inadecuado del agua en procesos de industrialización, la expropiación del agua de la cuenca para llevarla a faenas mineras y agrícolas ubicadas fuera del valle, las patentes por el no uso de derechos de agua y su consiguiente concentración en manos de pocos, son los factores principales que tienen a nuestro Copiapó y a su pueblo, ad portas de una catástrofe y por que no decirlo de la extinción.

Una de las medidas apremiantes, a raíz de la actual sequía que afecta a nuestro valle es,
que la autoridad modifique el código de aguas, de manera que garantice el acceso igualitario y ejercicio del derecho humano al agua.

Además es impresindible que vele por la observancia de la carta fundamental.
¿De que sirve una constitución que consagra el derecho a la vida, si quienes son los encargados de hacerla cumplir no lo hacen o lo que es peor, en muchos casos cohonestan su violación? ¿y los encargados del bien común, dónde están?

La constitución de un país carece de validez si es ineficaz, una constitución que no se hace efectiva es letra muerta o nada más que un librillo haciendo bulto en la biblioteca.
El Estado de Derecho, se sostiene sobre la base del respeto a la constitución y es la autoridad quien debe fiscalizar que sus normas no sean infringidas. El que detenta la soberanía otorgada por el pueblo debe velar por el respeto de sus preceptos.

Autoridad que para el caso de los atropellos a nuestro Copiapó, no aparece ni se divisa.

Un segundo punto esencial, para la vida de nuestro pueblo de Atacama es
que la autoridad exija a todo nuevo proyecto el uso de agua de mar.
A los proyectos antiguos darles un plazo prudencial, de no mas de 2 años para que hagan lo mismo.

Al término de las faenas las plantas desalinizadoras quedarán para abastecer a miles de atacameños, que con la sonrisa ancha y los brazos abiertos recibimos las promesas del progreso y que al final de la bonanza, nos quedaremos sin riquezas y lo que es peor, sin agua (Sin vida).

Dejen de hacer la vista gorda frente a un problema evidente, si toman algunas de estas medidas que se mencionan favorecerán a todos los nobles atacameños que nos quedaremos aquí, haciendo patria en estos sitios, donde uno admira más a esos viejos que se obstinan a permanecer fieles al lugar que crearon y los hizo felices.

Comprometido con mi gente y mi pueblo de Atacama.

Atte, León Copadeoro.