sábado, 11 de julio de 2009

¡Feliz quien muere por defender la felicidad de su gente y el respeto de su suelo!

Atacameños:

En Atacama existe una grave vulneración de los derechos del pueblo, una flagrante transgresión de derechos garantidos por la constitución, sin que los encargados de velar por su protección hagan lo conveniente y efectivo por evitar tanta arbitrariedad.

¡Que impotencia! Parecen ser vanos los esfuerzos que se hacen por aportar a engrandecer una obstinada y pequeña conciencia de la que hacen gala muchas autoridades.

Saben que se está envenenando a la población de Copiapó, con sustancias cancerígenas y no hacen nada, para peor aún cual avestruz esconden la cabeza.

Mucho se discute con respecto a la termoeléctrica castilla, cuando a espaldas de este pueblo aplastado por la indiferencia y el desprecio, se autorizó en plena ciudad la construcción de 3 plantas termoeléctricas para abastecer a la minería, a pesar de que les advirtió con gran conciencia cívica que hicieran solo las estrictamente necesarias para complementar el déficit de producción de energías más limpias y sobre todo que las hicieran lejos de la ciudad para evitar el vil envenenamiento de que están siendo objeto nuestros niños.

Tengo claro que un país sin energía, no llega a ninguna parte, y el nuestro solo tiene hidroelectricidad, y carbón por ahora, las eólicas actualmente son marginales, y las posibles geotérmicas una simple esperanza.

De Bolivia, que nada en gas en Tarija, ni de Perú en Camisea, ni de la Argentina, nada bueno serio ni perdurable podemos esperar en esta materia.

Es de esperar que si ponen plantas nucleares, los criminales, e ignorantes, no lo autoricen en la plaza de Copiapó sino en lugares remotos, bastante apartados de la población.
Sería conveniente que tuvieran en la mira a todas estas personas, porque ellos al igual que los dueños de las termoeléctricas se mueven ante todo por el ánimo de lucro, y poco les importamos nosotros, incluso podrían ser los mismos.

No sería raro que después usen un combustible tóxico desechado en otros lugares del mundo, con tal de ganar unos dólares más, que quede claro: quiero que ganen, me gusta que ganen, pero más me gusta que gane mi pueblo, mi gente, mi tierra, que hasta la fecha han sido los grandes postergados.

Estas noticias que para algunos serán novedad, no me fueron referidas por la prensa ni anunciada por los ecologistas, sino que tuve que enterarme cuando fui a comer a un restaurant local, y un personaje que allí había que me dijo que trabajaba en una planta tóxica a la salida sur de Copiapó.

Afirmó que hay tres plantas termoeléctricas en el sector. Dos pasan desapercibidas por su ubicación y por usar combustible más amigable entre comillas.

Pero esa que se ve a la salida sur y que solo de noche hecha humo (da la impresión que para engañar al pueblo), dijo que se llama Las Cenizas y es la única que usa un combustible sucio, que él denominó “diesel pesado”, señalando que era ídem o similar al nefasto petcoke, ese material cuyas emisiones son cancerígenas y que también usa la tal Guacolda, después de presionar a medio mundo para que se lo permitieran.
El nombre de esa planta es alusivo a lo que hace, lanzar cenizas y mierda sobre nuestra tierra y lo que es peor sobre Copiapó.

No veo la necesidad de construirla tan cerca de la ciudad, pues parece imposible que esas emanaciones que vi, no lleguen al valle si la planta está a la salida sur poniente, desde donde corre la brisa la mayor parte del día.

Si es efectivo lo que dijo esa persona, quienes autorizaron la ubicación de esa planta allí, son unos criminales que merecen todo el repudio del pueblo de Copiapó, ir presos y que les escupan en las calles.

Se debe investigar acerca de la efectividad de lo que dijo ese señor y que las fuerzas vivas de la comunidad nos organicemos y hagamos algo para evitar esta ignominia y atentado contra la salud de los hijos de esta venerada tierra.

No convoco como en otras oportunidades a nuestros representantes ya que poco es lo que hacen a pesar de que manejan la información.

Para la risa parecen los esfuerzos que hacen algunos de ellos (que amparan a estas empresas bajo la vulgar escusa del desempleo), para obtener un centro oncológico para Copiapó, ya que en poco tiempo más no nos bastará con solo uno sino que necesitaremos varios, para atender a los enfermos de cáncer y de otras enfermedades asociadas.

¿Cómo pueden ser tan desconsiderados e indolentes, con nuestro pueblo, con nuestra tierra?

¿Estarán esperando a que el pueblo se desespere y empiece a mirar hacia otro tipo de métodos a los cuales recurrir para oponerse a las continuas agresiones de las que está siendo objeto nuestro sagrado suelo, nuestra bendita gente?

¿Es que acaso no se entiende, si no es con medidas de fuerza y de presión?

No nos admiremos después ante tanto atropello, que poco a poco se vaya anidando en el alma de los atacameños la legítima idea de autotutela, de legítima defensa.

¿Acaso no recuerdan que más de una vez ya se levantó el pueblo oprimido en la independencia, y este pueblo en particular en las revoluciones de 1851, en gloriosísimo 59, y que así también lo podría hacer cuantas veces sea necesario para defender los santos intereses de Atacama tan cruelmente postergados?

Ignoran, pero sepan que jamás han faltado en Atacama jóvenes dispuestos a dar la vida por su tierra.

¡Feliz quien muere por defender la felicidad de su gente y el respeto de su suelo!

Atacameñamente, Julio León Morales Daviu.




¿Cuál futuro?