miércoles, 8 de octubre de 2008

volviendo al tema central, personalmente estoy convencido que se debería prohibir que se lleven el agua del acuífero a faenas fuera del valle.





Estimada II asamblea.

Me parecen buenas las ideas propuestas en el comunicado que se adjunta por el senador, aunque se tenga que ocupar para ello los recursos del Royalty, pues al final de cuentas de nada nos servirá acumular recursos del royalty minero, si no tenemos agua para vivir.

Como Atacameño de nacimiento, de sangre y de tradición, me reconforta y me da esperanza ver que nuestros representantes han tomando conciencia del vital problema que enfrentamos con el agua, que no solo está convirtiendo nuestro querido suelo (que es nuestra patria chica) en un páramo desértico y desolado, no sustentable a futuro, sino que además está poniendo en la ruina a algunas actividades tradicionales de la agricultura mediana y pequeña, las que podrán no dar los mismos grandes ingresos que otras, pero que por largos años han ayudado a soportar periodos de crisis a la población de esta región (aunque sea para “parar la olla”, como dicen nuestros mineros cuando estando cesantes por eso de los ciclos de los minerales, permanecen largas horas del día en la plaza de la ciudad en busca de la oportunidad de algún trabajo), y lo peor de todo se está dejando sin agua a nuestro pueblo.

El desarrollo de otras actividades, como la minería, y la agricultura especialmente la mayor, además del turismo, comercio, y otras, son necesarias para nosotros y el país, pero ellas deben realizarse en forma amigable, e igualmente la ley y otras normas, y el obrar de los servicios públicos, deben estar orientados en ese sentido, y no a permitir que se favorezca aún más la concentración la riqueza, la tierra y el agua (por eso de la patente) en muy pocas manos, realmente muy pocas.

Aún más, creo que si no se formalizan las medidas que se proponen en el archivo adjunto a la mayor brevedad, en pocos años más, será difícil la vuelta atrás y el daño se hará permanente, o al menos muy prolongado, y a consecuencia de ello, muchos de los recientemente llegados se irán, y solo quedaremos los que estamos profundamente enraizados con el alma en este suelo querido, y nuestros hijos que sufrirán las nefastas consecuencias de los resultados que nosotros no fuimos capaces de impedir.

Todo esto es grave, y no solo lo es para nosotros como habitantes de Atacama, sino también lo es para quienes hoy están obteniendo mayores utilidades por nuestro sistema imperfecto de normas ambientales, pues ya he visto mucha gente que disgustada, y con la frustración que produce ver lo que está pasando, está acordándose de las expropiaciones mineras de décadas pasadas, y he visto y oído en la TV a parlamentarios discutir sobre la necesidad de cambiar la ley minera vigente (La que a mi juicio actual, es buena, aunque perfectible. No tengo la misma opinión de las normas ambientales), por lo que, es evidente que las empresas que hoy se benefician están corriendo un riesgo grave que se les puede presentar a poco andar. Lamentablemente por lo que visto en la prensa, no todos se toman en serio ese riesgo, y prefieren el pan para hoy aunque pueda haber hambre mañana.

En relación con quien resuelve muchas solicitudes y conflictos de aguas (salvo contadas situaciones en que el asunto pasa a las Cortes cuando ya poco queda por aportar al caso y donde el servicio encargado del agua, llega como parte). Si recientemente se ha aprobado una ley para que los procedimientos tributarios y aduaneros sean conocidos y resueltos por jueces imparciales y transparentes,

¿Por qué no se hace lo mismo con las solicitudes de aprovechamiento, de exploración derechos de aguas, las oposiciones a esas solicitudes, y otras situaciones que por ahora están en manos de un servicio dirigido por un funcionario designado?

Si no hay recursos para crear juzgados especializados, podría pasarse estos asuntos, de vital importancia para la economía y la vida humana, a los juzgados civiles.

Finalmente, volviendo al tema central, personalmente estoy convencido que se debería prohibir que se lleven el agua dulce del acuífero del valle para faenas mineras o agrícolas lejanas. Al menos para las nuevas faenas y proyectos, y a los antiguos ponerles un plazo tipo 2 o 3 años, para obtener agua de otra fuente, y cual sería ella cae de cajón. Si eso se hace, los proyectos deberán contemplar los costos que ello implica, sea que desalinicen agua por si mismos, o la adquieran a otra empresa que lo haga y la ofrezca como ocurre ahora con la electricidad. Que Dios ilumine a los encargados para que pongan en práctica pronto las soluciones que anuncian.

Saludos,
Atte,
Julio C. Morales Neyra
Copiapino – Atacameño

Esta carta nos fue remitida por Julio Morales Neyra, prestigioso abogado de Atacama, Magíster en Derecho de Minería y Diplomado en Gestión Ambiental.

Copiapó, 8 octubre 2008


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