martes, 17 de marzo de 2009

Sequedad del Sagrado Valle de Copiapó, y sequedad espiritual.

Grave problema es el del déficit de agua en nuestro valle, grave también es el problema de la utilización y manejo de este elemento, tanto en nuestra zona como en el mundo, más grave es aun, y de todas formas un contrasentido, que exista falta de agua, siendo este elemento el más abundante después del aire en nuestro planeta. Ojalá que a futuro no tengamos que preocuparnos del déficit de aire.

No hay duda que la causa de esta situación es de origen humano, a través de diversas instancias entre las que destacan:

La utilización excesiva de este recurso sin visualizar que es finito.

La falta de planificación adecuada en el manejo de este vital elemento.

La afectación que sufre el recurso hídrico, por el aumento poblacional y el desarrollo económico de instancias productivas como son la minería y la agricultura esenciales para el crecimiento de nuestro país.

Vale decir, existen varios factores en el problema, que llevan a resumirse en que las necesidades de agua en nuestra región son para, la supervivencia y la satisfacción de necesidades básicas y el uso en la explotación minera y agricola.

No hay que negarse al progreso ni al desarrollo, pero ellos deben ser sustentables, deben ser generosos y amigables con el entorno, con este medio natural, que tras millones de años de evolución nos ha permitido alcanzar el nivel de vida del que disfrutamos ahora.

No hay que negarse al uso de recursos naturales para el fomento del bienestar del ser humano, pero existe la necesidad de ser cauteloso en su manejo, no perdiendo de vista los ciclos de renovación de ellos, llámense flora, fauna o agua.
No hay que permitir que se agote el agua del valle… no hay que permitir que se seque Copiapó.

Esto a través de diversas acciones que es necesario promover, entre ellas:

Primero: Debemos ocupar toda la tecnología necesaria para bien manejar, reciclar y reutilizar las aguas grises.

Segundo: Aunar todos los esfuerzos para que pueda ser industrializada y potabilizada el agua de mar.

Tercero: Fomentar el desarrollo del recurso minero, que la naturaleza nos has brindado, pero sin que ello signifique pan para hoy y desierto estéril y sin valor comercial para el futuro.

Cuarto: Regular el desarrollo agrícola en nuestro valle, alternando y mezclando la explotación de aquello que es rentable hoy en día (pero que puede no ser un buen negocio a futuro), con el desarrollo de otras especies arbóreas que puedan servir para la alimentación local o regional.
Que la agricultura además de ser un negocio productivo, puedan servir para algo tan importante como el solaz… como lo era antaño. y de este modo que existan múltiples líneas de acción protectoras del futuro que es factible y probable desarrollar (como el turismo).

Los antiguos copiapinos deben recordar algunas características de fertilidad bastante más social del valle, previo al gran desarrollo de la uva de exportación.
Otro ejemplo cercano es el del valle del Huasco, ahora también amenazado por el déficit de agua y por la contaminación de ella, con sus enormes áreas boscosas. Desde el fértil Huasco bajo, pasando por Freirina, haciendas la compañía, buena esperanza y ventanas, Alto del Carmen, San Felix o el Tránsito y Conay, Llenos de árboles frutales, grandes bosques de eucaliptos y muchos animales pastando en verdes potreros. Ahora solo hay parronales de uva de exportación, guardando solo apenas una pequeña cantidad para el pajarete y el pisco, licores también útiles para el solaz.

¿Qué pasará cuando otras aéreas agrícolas del mundo, u otros países copen el mercado de la uva, en aquellos grandes compradores?
Habrá casi con seguridad que tomar medidas drásticas de reconversión de los predios.

¿Por qué no una preparación previa para ello?

¿Hasta cuándo crecerán los actuales parronales, recortando, cerros, subiendo por quebradas y ocupando planicies aledañas al valle?

¿Por qué no regular esta situación que es altamente consumidora de agua?
Eso también es desarrollo sustentable y amigable con el medio ambiente, eso también es regular y controlar el gasto de agua en las napas del valle de Copiapó.

¿Por qué la minería no ocupa agua del mar para sus procesos Fuente inagotable por el momento? La respuesta es clara: “son los costos”. Pero… ¿De qué costos hablamos?.

¿De la menor ganancia empresarial, ya sea pública o privada, en la venta del producto final ?. ¿y se piensa acaso en el costo futuro de agotar el agua dulce, actualmente en franco descenso?

La minería se agota, las empresas mineras explotan y se van, la población flotante busca nuevos rumbo, y el estado de chile, que por supuesto concentra su accionar social y económico en aquellas zonas más pobladas, podría disminuir aun más su accionar regional, porque nosotros nos iremos despoblando.

¿De qué costos entonces hablamos?

Es correcto, entonces pan y riquezas hoy y disminución de calidad de vida mañana
¿Cuál costo es mayor?

Otro ejemplo de mal manejo del desarrollo sustentable son los casos de Chañaral y Caldera en su abastecimiento de agua potable.

¿Por qué en esas ciudades no se han instalados plantas desaladoras de agua de mar, como en vastas regiones del mundo, cercano nuestro es Antofagasta.

La respuesta es fácil, es por el costo. ¿Pero de que costo hablamos?, estimo que todo se debe al alto costo, pero ¿cuan alto o importante es?.

¿Puede haber un costo mayor que el que lentamente desaparezca o se agote el agua dulce natural del valle de Copiapó, al tener que abastecer a zonas, o poblaciones, o plantas mineras que sobrepasan la capacidad de los acuíferos naturales?

Y cuando esto suceda, nos encontraremos con que no se ha desarrollado la tecnología necesaria para el abastecimiento mínimo de agua de sustento humano.
Los esquemas y situaciones se repiten: monocultivos, fuente única de abastecimiento de agua, nulo desarrollo tecnológico.

¿Por que caldera no desala agua marina para sus necesidades actuales? ¿Qué queda del futuro desarrollo turístico, si dicha área sobrevive con el agua que le aporta un valle que se está secando?

Hermanos: regular la agricultura / controlar el gasto de agua en la minería a través de cambios tecnológicos / reutilización de las aguas grises en Copiapó / desalación del agua de mar para el uso humano, /utilización de energías renovables para el desarrollo de dicho proceso, etc. Son solo algunos temas en torno al futuro de nuestra región, dignos no solo de meditar, sino de promover activamente.

Pero hermanos ninguno de ellos, reitero, ninguno de ellos, podrá eso de no solucionarse en mediana o buena forma este problema, si no hay conciencia de la existencia de otro importante recurso que también puede agotarse o secarse.

Ese importante recurso es uno propio del ser humano, indispensable para cualquier accionar.

Es necesario tener conciencia que puede existir otra sequedad.
Es necesario percatarse que puede haber agotamiento de otro recurso, que puede haber desaparición de aquel elemento propio del ser humano, fundamental para el vivir en sociedad, que es el espíritu solidario.

No puede haber una sequedad más grave en el hombre que la sequedad del espíritu y del alma.

Válido es este problema para nuestra latitudes, para las aledañas de nuestro país, y porque no decirlo del mundo.

Hablo de esa sequedad, que a través de la deshidratación moral lleva a cambios en los sentimientos y en las prioridades de los seres humanos, me refiero a la sequedad del espíritu de solidaridad.

El desarrollo individualista, con que están siendo formadas las nuevas generaciones, la conquista del poder político y administrativo, solo por ejercerlo, son también situaciones cotidianas, la desidia y la abulia, en el análisis de problemas de nuestro entorno, ya sean sociales o medioambientales, es tónica cotidiana.
Estas sequedades sí que son peligrosas, pues lenta y progresivamente llevan a anquilosar aquello que nos distingue de los animales.

La sequedad de sentimientos y de espíritu de solidaridad, lleva a nublar el corazón, la razón y el cerebro, conformándose un círculo vicioso de individualismo, por la necesidad de dar satisfacción solo a nuestras necesidades más inmediatas y por tener misiones y visiones solo enmarcadas en un progreso economicista.

Al colocar un muro virtual o real alrededor de la vida, un muro nebuloso que filtra la realidad permitiendo el que el cerebro analice solo lo que se adecue a las necesidades individuales, un filtro egoísta, que se regula de acuerdo solo a las prioridades de la persona, y más aún, que tiene el doble estándar de que ante situaciones catastróficas públicas amenazantes de la individualidad, rápidamente cambia el prisma de dicho filtro y circunstancialmente se percibe la necesidad de que el trabajo social en conjunto es necesario. Pero si no se ha tenido la capacidad de desarrollar la tecnología emocional, para esas situaciones de emergencia, nos encontraremos igual que con el problema de la sequedad del valle de Copiapó: monocultivo, una sola fuente de abastecimiento, ningún desarrollo alternativo, o sea, nos encontraremos sin el sustento preparatorio para el futuro.

¿Quién nos asegura el no vivir un incendio o una inundación, y por qué no decirlo un huracán o un tornado en Copiapó?

Nadie puede asegurar que estos meteoros rarísimos en el sur del mundo, no los vayamos a tener a futuro. Nadie puede pronosticar los cambios físicos y climáticos que se nos avecinan y de los cuales somos absolutamente culpables: calentamiento global / derretimiento de los polos / adelgazamiento de capa de ozono / contaminación de lagos y del mar y el aumento mantenido en su nivel. Agotamiento del agua dulce… agotamiento del agua dulce en el valle de Copiapó… sequedad del valle, sequedad de visión de futuro, sequedad de espíritu y del alma.

Todo esto es grave, todo esto es producto del hombre, todo esto ha sido progresivo, pero todo es aun solucionable, si existe eso. Síi, un abastecimiento de esa agua vital que nutre al cerebro y al espíritu humano, para permitirles enfrentar esta problemática, esa agua etérea que riega los cultivos de aquellos sentimientos básicos en la sociabilidad del hombre como son:

La bondad, la amistad, el don de gentes, el espíritu solidario, etc., sin los cuales habrá una pérdida del agua vital, por el agotamiento de ese fluido espiritual necesario para la verdadera solución a los problemas actuales y futuros.

Hermanos, no debe existir una sequedad de aquel efluvio sentimental que hace que valoremos mejor nuestro entorno, a nuestros amigos, que no haya sequedad de ese magma fraterno, existente fundamentalmente en aquellos grupos sociales que basan su devenir en la fraternidad, claro ejemplo el nuestro, nuestra organización, nuestra hermandad de la costa.

Si no frenamos esta sequedad, no seremos capaces de interactuar solidariamente para frenar la contaminación ambiental, el calentamiento global, la disminución de agua dulce en el mundo, ni la sequedad del valle de Copiapó.

El agotamiento del agua dulce en el mundo, la desaparición progresiva de las napas, el sustento de nuestro entorno natural, aún generoso, no podrán ser solucionados si no contribuimos de corazón a promover, el evitar la sequedad del espíritu.
Este es el problema crucial que no debemos olvidar y que si… y solo si… lo solucionamos, podremos influir en todo los otros.

Es necesario mantener y fomentar todos aquellos valores propios de aquellas instituciones sociales, nobles y solidarias dentro de la cuales nuestra institución, hermandad de la costa, es ceñera y posee la tecnología endogena necesaria, y suficiente para el cultivo de ellos.

Amigos, desarrollemos nuestra orden, cuidémosla, promovámosla con cuidado y sabiduría, sin caer en problemática pequeña de poder o gobernabilidad. Sin caer en contiendas intestinas, que solo llevan a la discordia, a la ofensa, al daño emocional, a la división.

Hermanos de la nao…. muchachos y bichicumas recordad siempre que: la hermandad, la fraternidad y la amistad solo permean los corazones, si hay cordura y buenos sentimientos en ellos.

Hermanos de la costa: hay analogías entre lo real y espiritual.
El futuro no es nuestro, el futuro no es individual, es de todos, el porvenir es social, no perdamos la posibilidad de cooperar cada uno de nosotros, en el asegurar a nuestros descendientes, y a los descendientes de ellos, un futuro esperanzador.
Seamos siempre proclives a evitar la sequedad del corazón. Fomentemos y promovamos el evitar la sequedad del alma, la sequedad de la mente y espíritu.
Solo así podremos influir con altura en el grave problema de la sequedad de nuestro valle… solo así podremos asegurar un buen futuro a las nuevas generaciones, que lo merecen.

Atentamente, Hernan Aravena.