lunes, 27 de julio de 2009

Pese a la evidencia, aún a muchos no les alcanza para entender esto.

En verdad nuestro sagrado y milenario Río Copiapó, al parecer ya “paró las patas” . Tendría que resucitar.

Claro, que pese a la evidencia, aún a muchos no les alcanza para entender esto.

Muchos hablan de que el problema radica exclusivamente en que hay más derechos otorgados que los que realmente es posible extraer de la cuenca. De que alguien vendió sus derechos a una empresa y se “embolsó” tantos millones, y finalmente otros proponen nacionalizar el agua y además dicen otras leseras.

Solo tres puntos por ahora:

No podrán acallarnosPrimero: Aunque todos los derechos otorgados coincidieran en cantidad con los que realmente se puede extraer desde los pozos y cauces de nuestro valle, nada impediría hoy con las políticas que se aplican y procederes que se aceptan por la autoridad, que una empresa poderosa compre la gran mayoría de tales derechos y se lleve toda el agua a 150 Kilómetros de de distancia o más, para ocuparla y tirarla fuera del valle.

Ocurre que aunque los derechos otorgados fueran menos que los que realmente es posible extraer de nuestro suelo, igual se podría secar el valle de Copiapó, si no se echa pie atrás y se cambia esa política de autorizar con extrema facilidad los traslados de derechos, y tirar el agua fuera del valle.

Claro, que pese a la evidencia, aún muchos no les alcanza para entender esto.

No podrán acallarnosSegundo: No se divisa donde estaría el mal proceder de un agricultor empobrecido, o una modesta viuda heredera de derechos de agua, que sucumben ante una oferta millonaria de una empresa minera que le compra sus derechos. La crítica negativa a quienes así han vendido, es una vulgar hipocresía. Al menos se debería tener el cuidado de no generalizar.

La culpa no la tienen ellos, sino el sistema y las autorizaciones que otorgan los encargados a los poderosos.

¡Que lance la primera piedra quien no vendería de encontrarse en situaciones así!.

Además, algunos agricultores chicos y medianos, con sus pozos secados por las absurdas y abusivas autorizaciones dadas a los poderosos, venden angustiados por la amenaza del mismo Estado y sus agentes, de rematar sus derechos si no pagan unas enormes patentes establecidas en el Código de Aguas, por quienes creyendo hacerlo bien, institucionalizaron una imbecilidad que afecta solo a los pobres y medianos, y de la cual los ricos se mueren de la risa.

Claro, que pese a la evidencia, aún a muchos no les alcanza para entender esto.

No podrán acallarnosTercero: No se divisa fácilmente como podría solucionar el problema la denominada nacionalización del agua que algunos proponen. Uno, porque el agua es por definición legal un bien nacional de uso público, y dos, porque actualmente los encargados de custodiar este preciado y sagrado bien ya es un servicio público, los mismos que manejarían el agua si se hace la aludida nacionalización. Cabe recordar en este punto, todo lo que ha sucedido con las famosas concesiones de otros servicios, y sus contratos que han causado enorme daño, por lo que nada asegura que hecha la nacionalización no se continuará con las mismas prácticas y autorizaciones.

Lo que cabe es corregir las nefastas políticas hasta ahora aplicadas, y partir por cambiar a la gente que haya que cambiar de una buena vez y poner en su lugar profesionales debidamente informados, y de reconocida honestidad que accedan a los cargos por concurso público y transparente.

Claro, que pese a la evidencia, aún a muchos no les alcanza para entender esto.

La II constituyente Prohibido el centralismo